El curso que te hubiera gustado hacer de adolescente.
Y si tienes hijos, puedes ahorrarles tu sufrimiento.

Cuando tenía que hacer una presentación en clase, no sabía si era mejor ser el primero y quitármela de encima o esperarme al final y motivarme viendo a los demás.

Probé las dos.

Con la primera opción, fui el primero en fallar y sentirme estúpido ante un grupo de hormonas con patas y llenos de granos que andan buscando su lugar en el mundo.

Con la segunda opción, esa hora de exposiciones se hacía muy muy larga… Y lo peor era la sensación. El corazón cada vez bombeaba más rápido, en mis manos no cabía más agua y mi cerebro combinaba momentos de papagayo repitiendo internamente lo que tenía que decir con un auto diálogo interno muy propicio para la situación: “no la cagues”.

Si hubiera habido examen después de las exposiciones de toda la clase, con suerte solo habría acertado con las preguntas de mi presentación…

Y lo peor estaba por llegar.
“Carles, te toca”.

En el momento que me levantaba de la silla, un ser desconocido se apoderaba de mí y me hacía perder todo el control. Mientras hablaba, tenía la sensación de que me escuchaba desde dentro y desde fuera. El desconocido me hacía soltar las palabras en un momento de nirvana que yo no controlaba.

Y cuando me sentaba, el ser que me había poseído durante unos minutos se iba y me dejaba con un nivel de adrenalina y nervios más alto que antes de salir.

Las notas siempre fueron buenas. Eso me hizo entender que la procesión iba por dentro y parecía menos nervioso de lo que estaba.

También me hizo apiadarme de quienes realmente transmitían que lo estaban pasando mal.
O muy mal.
O muy muy mal.

Creo que las obras de teatro de navidad y final de curso han hecho mucho daño.

Cuando era pequeño, quería ser el protagonista.
En la última obra que nos tocó hacer fui mucho más práctico.
Fui el burro.
Cara tapada y tres “Neeeeyyyyyy” durante toda la obra.
Papel difícil de olvidar…

Y digo que han hecho mucho daño porque te exponen ante padres y abuelos que no conoces y solo quieren ver al suyo.

Si tapas a su nieto, no dudarían en pegarte un empujón por conseguir la foto de Whatsapp que lucirán con orgullo hasta Nochebuena.

Tranqui, tu abuelo y el mío hubieran pensado en hacer lo mismo…

Y no hay opción. Si quieres, sales. Si no quieres, también.

Para quien le gusta que le rían las gracias desde pequeñito, es un planazo

Para quien prefiere pasar por la vida desapercibido, es una tortura.

Porque se ensaya. La obra de navidad empieza a finales de octubre y la de verano en abril.

Y a lo largo de los 15 años que llevo impartiendo formación en hablar en público, me he cruzado con personas que hacían todo lo posible por ponerse enfermas con 9 años por no salir en la obra de teatro…

Nunca olvidaré lo que me contó Marina en una formación.

Siempre la elegían para ser la protagonista, en contra de su voluntad.

Ella solo quería pasar desapercibida y los días antes de la obra me contó que cada vez que le venía a la mente que tendría que exponerse, se le cerraba el estómago y solo pensaba en que pasase el momento sin fallar delante de desconocidos y conocidos, a los que tendría que ver cada día en clase…

La primera vez convenció a su madre. Las siguientes no colaron…

Esto le generó bastante miedo a hablar en público.

Hoy es modelo y reportera de televisión.

¿Cómo lo solucionó? Aprendiendo técnicas y exponiéndose mucho…

El método es importante, la actitud lo es todo.

Por desgracia, Marina no es la media. He conocido a muchísimos adultos a quienes les aterraba hablar en público por no haber sabido gestionar los miedos en su adolescencia.

Afortunadamente, los adolescentes pueden aprender a comunicar y sacarle mucho partido para el resto de su vida.

Padres y madres que tengo de alumnas en formaciones me dicen que ahora les incentivan más que antes a hacer exposiciones en público.

Más que incentivarles, yo diría que los empujan a exponerse sin herramientas. De nada sirve practicar si no me dicen cómo hacerlo para lograr la excelencia o si me dan consejos tan absurdos como llevar un boli en la mano si estoy nervioso.

Si tu adolescente está nervioso, hay que explicarle el por qué, darle herramientas para que sienta más seguro, oportunidades para exponer sin notas de por medio y analizar sus puntos fuertes y mejorables para que tenga una brújula con la que coger confianza.

Nuestro sistema educativo no va por ahí. Y si hay excepciones, son las mínimas.

Para ser modelo, youtuber, profesor, ingeniera, abogado o escultora es fundamental saber transmitir, persuadir y conectar con las personas.

Por eso, esta formación es 100% práctica y con análisis individualizado de cada práctica.

¿Qué trabajaremos?

– La manera de empezar y cerrar tus presentaciones para enganchar a tu audiencia.

– Un recurso del cine para atrapar a quien te escucha.

– La clave para hacer que otros hagan lo que tú quieres.

– Una postura para transmitir seguridad y confianza.

– Qué hacer con las manos para ser natural.

– Por qué llevar un boli en la mano cuando hablas puede jugarte una mala pasada.

– Una técnica de respiración que hará que bajen tus pulsaciones justo cuando tengas que empezar a hablar en público.

– Por qué aprenderte tu discurso de memoria no sirve de nada.

– La forma de mirar a los ojos para conectar y seducir a tu audiencia.

– La estructura de discurso para generar más rigor y credibilidad que nadie.

– Aprender a contar historias para generar emociones.

– Cómo jugar con tu voz y seducir al público.

– Cómo celebrar un gol puede ayudarte a reducir tus nervios en público.

– La clave para ser la persona más segura del escenario.

– Cómo un mal envoltorio puede arruinar tu mensaje.

– Todo lo que te tenían que haber enseñado en primaria.

Por cierto, este curso va más allá de hablar en público. Saber comunicar para un adolescente supone autoestima y confianza, los pilares para convertirse en adulto feliz y completo.

– Tener ventaja en las entrevistas de trabajo.

– Saber expresar con claridad todo lo que puedes aportar.

– Mejorar tu asertividad y decir no cuando te apetezca.

– Dominar la escucha para tener conversaciones interesantes.

– Resaltar tu atractivo a través de una buena comunicación.

– Vas a ser totalmente consciente de lo que dices y cómo lo dices.

– Sabrás la imagen que transmites a los otros.

– Cómo transmitir una buena actitud.

Quiero darle herramientas para que no sufra y comunique mejor que yo.

280€

¿Tienes dudas? escríbeme a carles@carlesherrero.com